martes, noviembre 18, 2008

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL PERMITE RECUPERAR SU SALUD FÍSICA Y MENTAL

Daniel Goleman, investigador y periodista del New York Times, define la inteligencia emocional como la capacidad de sentir, entender, controlar y modificar estados anímicos propios y ajenos. En el pasado se creía que la inteligencia emocional tenía que ver con el llamado coeficiente intelectual y que se medía a través de test de inteligencia, sin embargo con el tiempo esto fue rotundamente revaluado ya que un coeficiente intelectual elevado no es garantía de felicidad y prosperidad, en cambio una inteligencia emocional bien manejada, puede hacer que su vida tenga un vuelco positivo en lo personal, lo físico y mental.
La Inteligencia Emocional se puede desarrollar a través del contacto con uno mismo, escuchándose y realizando trabajo personal de análisis. El manejo de emociones por sí mismo genera cambios importantes en quien los realiza. Es posible cambiar rápidamente de una emoción intranquila y negativa hacia una emoción positiva que permita que la persona cambie su percepción de las cosas. Para el enfermo, estar rodeado de personas con actitud y estado de ánimo “positivo”, resulta un aliciente que ayuda a que los medicamentos tengan mejores efectos y por tanto, una cura más rápida o un proceso emocionalmente menos doloroso. Puede ayudar a que el paciente perciba, sienta y se diga las cosas de una manera distinta y esto acelere la sanación.
Dentro del la Primera Jornada Internacional de Enfermería Oncológica, organizada por Novartis Oncology y que se llevará a cabo en Armenia, uno de los invitados centrales al evento y quien abordará el tema de Inteligencia Emocional es el matemático mexicano, Ramón Iturbide.
La mayoría de las emociones implican cambios fisiológicos notables, cuya frecuente repetición lleva comúnmente a trastornos somáticos y físicos. De hecho buena parte del stress (si no la mayoría) no es otra cosa que stress emocional. Cuando el profesional de la salud desarrolla habilidades relacionadas con el control y generación de las emociones adecuadas para el trato con el paciente, éste resulta beneficiado pues se va a sentir escuchado, comprendido y sobre todo “tomado en cuenta”. Se crea un proceso empático entre ambos.